Ella era una chica alegre, sencilla. Le encantaba vivir la vida de la mejor manera
posible, porque sabía por experiencia que cada momento es único y ninguno se
puede recuperar. Era feliz con cualquier tontería, se impresionaba demasiado
con cosas bastante insignificantes. Le gustaba sacar buenas notas y salir con
sus amigos los viernes y sábados por la tarde, como a cualquier otra persona me
supongo. Era bastante sociable, aunque un poco tímida al principio, pero al
final siempre caía bien a la gente.
Él era
un chico bastante cabezota, pero muy buena persona. Le encantaba conocer gente
nueva y contar miles de chistes. Tenía una gran afición por leer, se podía
tirar horas sentado leyendo novelas de cualquier tipo.
Se
conocieron hace bastantes años, la verdad es que fue una especie de amor a
primera vista. O incluso, antes de haberse visto, ya sabían que iban a quererse
el uno al otro. Suena raro ¿verdad? Sí, pero fue así.
Los
primeros meses la verdad es que fueron estupendos, los dos eran felices. Daban
paseos por el parque, salían a comer juntos y pasaban mucho tiempo el uno con
el otro. Pero de repente, y sin ella saber por qué, él desapareció. Ella se fue
con otras personas, que la cuidaban y la trataban como una reina, pero no tenía
ninguna noticia de él. Pasó el tiempo, hasta que un día volvió a aparecer.
Estaba bastante estropeado y un poco hecho polvo, se notaba en su aspecto, pero
siempre con una sonrisa por delante. Dijo que nunca quiso separarse de ella,
que simplemente tuvo que hacerlo, pero que hizo todo lo posible por volver. La
dijo que casi la pierde para siempre, pero que no podía explicárselo en ese
momento porque seguramente no llegaría a entenderlo. Aún era demasiado pronto.
Siguió
pasando el tiempo. Días, semanas, meses e incluso años. Seguían juntos y
queriéndose igual que el primer día. Él a veces volvía a desaparecer, aunque
esta vez no fue por tanto tiempo. A veces se pasaba días sin que ella supiera
dónde estaba, o no le cogía el teléfono en toda la tarde. Y por mucho que ella
insistía, seguía diciendo que la quería con locura y que por mucho que
desapareciera jamás la iba a abandonar. Volvía a repetirle que aún era pronto
para que supiera por qué se iba, pero que tenía que confiar en él. Ella,
obviamente, confiaba plenamente.
Llevaban
unos nueve años juntos, y la verdad es que todo iba viento en popa. Claro,
había alguna que otra discusión, algún que otro contratiempo o alguna riña sin
importancia. Y siempre lo acababan solucionando, por muy difícil que pareciera.
Pero de repente él volvió a desaparecer, volvieron los fantasmas del pasado.
Ella ya no sabía qué hacer, necesitaba alguna respuesta. Preguntó a la gente
conocida, a su familia, a sus amigos más cercanos. Necesitaba saber por qué se
iba de su lado tanto tiempo. Todo el mundo la decía ‘Es pronto para que lo
entiendas’ o ‘No es el momento’. ¿La tomaban por tonta? ¿Se pensaban que no se
daba cuenta de las cosas? Ella era consciente de que algo pasaba, pero todo el
mundo quería mantenerla al margen.
Hasta que un día se sentaron los dos en el sofá, y él comenzó a hablar. Empezó explicando todo lo que le había pasado los últimos años y por qué se iba tan repentinamente. Ella, con cara asustada y voz angelical contestó.
-Pero, papá ¿Me vas a dejar sola?
+Nunca, te lo prometo. Siempre estaré contigo.-Contestó él.
De algún modo nunca rompió su promesa, porque conmigo va a estar siempre. Feliz Navidad papá, estés donde estés.
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