La escritura es un arma, y es más poderosa de lo que jamás podrá ser un puño.

viernes, 27 de julio de 2012

Aprendí que hay cosas que es mejor perder.

Salió corriendo de su casa, necesitaba soledad. Aún tenía el papel en las mano desde que lo sacó del buzón. Ella siguió corriendo, sin pensar que todo el agua le caía y se estaba empapando.
 De repente, sin ninguna razón aparente, se sentó en los columpios de un parquecito. Allí le vio por primera vez.
Ella seguía ahí, en medio de la nada. Las gotas de lluvia le iban rozando la cara mientras leía una y otra vez aquella carta. Todavía no se lo podía creer.
Aquel chico, que pensaba que era el amor de su vida. Se hizo demasiadas ilusiones sin motivo alguno.
Se imaginó una vida bonita a su lado. Levantándose todos los días viendo esa sonrisa que tanto le encanta, esos ojos color coca-cola que la vuelven loca, acariciar su cuerpo mientras duerme. Pensó que podrían dar paseos nocturnos por la playa cogidos de la mano, o tener cenar románticas y ñoñas a la luz de las velas.
Hacía ya algunos años que no sabía de él, después de su historia de amor en la universidad sus caminos se separaron. Si, de vez en cuando alguna llamada o un e-mail preguntando qué tal la vida, pero a ella no le bastaba.
Volvió a leer la carta. Tenía ganas de llorar, pero se contuvo. "Soy fuerte, y hay más peces en el mar, no puedo dejar que esto me afecte"
Tiró el papel al suelo, que se fue disolviendo poco a poco por las gotas de lluvia que le caían mientras ella se alejaba, aunque aún se leían algunas palabras del sobre: "Invitación de boda"

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