La escritura es un arma, y es más poderosa de lo que jamás podrá ser un puño.

martes, 28 de diciembre de 2010

Noche, cosa mágica.

Noche, noche oscura, noche estrellada, noche silenciosa, la noche...el mejor momento para pensar, aclararse las ideas, consultar los problemas con la almohada o, simplemente, mirar al cielo, a la luna, única luz que ilumina, y olvidarse del mundo real por unos minutos. Miles de deseos se pueden pedir en una noche así. En esos minutos dejas tu mente en blanco, cierras los ojos y la tranquilidad de la noche envuelve todo tu cuerpo. Tumbada en la hierba, mientras el césped me hace cosquillas en la palma de mis manos, y tú a mi lado mirando esas hermosas estrellas fugaces que caen y caen sin parar, me coges una de ellas. Me miras, te miro y a ambos se nos escapa una risilla. No te lo creerás pero ahora soy la chica más feliz del mundo. Te incorporas, me coges y nos abrazamos, por favor que este momento no se acabe nunca. Cuando te separas de mi me acaricias el pelo, vas bajando hasta la mejilla y llegas a mis labios. Te vas acercando a mi, lentamente, cada vez más y más. Madre mía, en estos momentos me doy cuenta de cuanto te quiero.
Pero ¿y si se hace de día? la magia de las estrellas, de la luna, de la oscuridad, TÚ ...todo desaparece.

Y, de repente, me encuentro tumbada en mi cama, en mi habitación mientras el despertador no para de sonar...

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